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miércoles, 23 de junio de 2010

MINIFIC- ¿PORQUÉ TARDASTE TANTO?

ESTE MINIFIC ES UNA OBRA ORIGINAL DE MARYMOON DE COLOMBIA




¿POR QUÉ TARDASTE TANTO?

Algo como la hoja fría de un puñal penetró en mi cerebro: faltó a mis
Ojos luz y a mi pecho aire. Era la muerte que me hería... Ella, tan cruel e implacable, ¿por qué no supo herir?...

Jorge Isaacs (Maria - Fragmento).


Cuando abrí los ojos todo era blanco. Sentí una paz inmensa en mi corazón. Me di cuenta que estaba acostado y que no sentía ningún dolor. No recordaba que había pasado. Me senté en lo que yo creí era una cama y miré a mi alrededor. Todo era blanco. Busqué algo conocido pero no veía nada... todo era blanco. De pronto apareció mi madre. Estaba igual de hermosa a la última vez que la vi con vida, su largo cabello rubio y sus hermosos ojos verdes eran iguales, parecía que el tiempo se hubiese detenido. Me levanté, corrí a sus brazos y lloré, me sentí feliz de tenerla cerca,

- Hijo, llegaste antes, no te esperaba tan pronto –

En ese instante toda esa paz que sentía se convirtió en angustia, una angustia aterradora, me dolía el pecho, y fue en ese momento que en mis oídos retumbó su voz gritando mi nombre... Me solté de los brazos de mi madre y la miré a los ojos. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y ella solo asintió con su cabeza respondiendo a la pregunta que yo hacía con la mirada. Me di la vuelta y me cubrí el rostro con las manos. Ahí me di cuenta que mi ropa no era la que llevaba puesta, me miré y usaba una túnica blanca que me daba un brillo especial, como un ángel, tal como estaba vestida mi madre; vino a mi mente el recuerdo del día que la vi por primera vez llorando en el portal de las rosas... entonces sonreí pero casi de inmediato me volvió la angustia. Caí de rodillas y lloré amargamente al reconocer mi nueva condición, condición que no aceptaba.


- No llores hijo, vivirás siempre en su corazón, estoy segura de eso – Tenía su mano sobre mi hombro.

¿Por qué tan pronto? ¿Por qué justo cuando mi corazón era feliz amando? - y volví a llorar.


Apareció entonces un ser celestial, era hermoso, una hermosura jamás vista por un mortal. Era un ángel. Al llegar se escuchaba una música hermosa pero no veía a otros ángeles, solo a él.

Angel: - Bienvenido, te esperábamos –

Sentí gran ira y dolor, o más bien indignación… era una mezcla extraña de sentimientos dolorosos.

- Gracias, pero fui obligado a venir –

Angel: - No te aflijas, nadie muere antes ni después de su tiempo, ya había llegado tu hora –

- Noooo.... no puedo aceptarlo... ¿por qué? - Seguí llorando - justo ahora cuando ella y yo éramos felices, por qué, por quéee?-.


Hubo un largo silencio, solo se escuchaban mis sollozos. Me levanté lleno de ira y altivez y me acerqué al ángel.

¿Sabías que yo quería hacerla mi esposa?

Angel.: Si lo sabía.

Entonces ¿por qué me impiden estar a su lado?

Angel: -Nunca ocuparías ese lugar, así estaba escrito-.

Volví a llorar.

-¿Al menos puedo verla una última vez? - pregunté. Mamá dijo - No creo que sea conveniente, pues verás su dolor y no podrás estar en paz –


Apreté mis manos al sentirme impotente.

- No importa, sin ella ya no hay paz; ni siquiera aquí -. El ángel se acercó y me cubrió con sus alas y me embargó un profundo sueño al que no pude resistirme.

Era el final del otoño y la mañana era preciosa. Fui a buscarla a su habitación para acompañarla al jardín. Cuando Dorothy abrió la puerta y ella salió, me quedé paralizado ante su hermosura. Pensé - Serás mi esposa Candy -. Me miró con esos ojos que yo había descubierto eran solo míos y me dijo - estoy lista -.

Al llegar al jardín los caballos ya estaban listos. Montamos y la noté nerviosa. Le dije - no te preocupes Candy, sólo se tu misma - - Lo dices así de fácil - respondió - no te preocupes Candy, sólo se tu misma - - Lo dices así de fácil - respondió - - - jajajaja, quien lo hubiese creído, Candy tiene miedo - le respondí y tuve que escapar pues ella me persiguió para golpearme.

La cacería empezó y la llevé a mi lugar favorito del bosque, le declararía mi amor allí. Al llegar a la colina ella se sorprendió: ¡¡¡Es igual a la colina de Pony!!! Dijo entusiasmada, sus ojos brillaron aún más.

-Yo quiero conocer la Colina de Pony- le dije;

Candy:- ¿En serio?-

- Si, por que allí creciste y están todos tus recuerdos – Me sonrió hermosa

Candy: - Que sea una promesa –

-Lo prometo – y nos dimos la mano. Hubo un pequeño silencio. - Candy, ¿ya sabes quien es el Príncipe de la Colina?- pregunté más por asegurarme de que sus ojos no me mentían que por celos

Candy: – Si, ya encontré a mi Príncipe. Mi Príncipe eres tú- Mi corazón iba a estallar. – Tú Anthony, tú eres mi Príncipe- .


Mi felicidad no podía ser más grande, no me cabía el corazón en el pecho, sabía que esas hermosas esmeraldas que me miraban con adoración no me mentían, entonces cambié mis planes: - Candy, quería decirte algo importante hoy, pero lo haré cuando vayamos a la Colina de Pony – Ese fue el peor error de mi vida. - Vamos Candy, cabalguemos -. Empezamos a correr por la pradera pero antes de que yo pudiera reaccionar, apareció ante mí un pequeño zorro. Simbad se asustó, traté de dominarlo pero no pude. Apareció un gran zorro y el caballo se levantó... Bajo los cascos escuché un fuerte chasquido y Simbad se sacudió y relinchó de dolor. - AAAAANNNNNTTTTTHHHHHOOOOONNNYYYYY - gritó ella. Sentí miedo. Traté de aferrarme a las riendas pero se escaparon de mis manos y me sentí volar. Cerré los ojos y ya no sentí nada más.

Fue entonces cuando me di cuenta que el ángel me había devuelto al instante de mi muerte. Ella cabalgó desesperada hasta donde yo había caído y se apeo del caballo. Corrió hasta mi cuerpo y quedó paralizada junto a mí. Sus manos temblaban, ella me tocaba y me llamaba – Anthony, por favor despierta, respóndeme por favor.- lloraba - esto no es gracioso Anthony, por favor - me volteó. Me veía muy pálido. Había sangre en mi nariz y boca.- Anthony, Anthony... Alguien ayúudeme POR FAVOR - empezó a gritar ya con desesperación. Me sacudió. - AAAANNNTTHHHOONNYYYY... NOOOOOOOO - - Ella cayó desmayada en mi regazo ahora inerte. Esta vez no podía abrazarla ni besarle sus cabellos, ahora no podía decirle nada para tranquilizarla pues era yo la causa del dolor más grande que ella había conocido hasta entonces. Lloré. Lloré mucho. Sentí un gran vacío en mi corazón. El tiempo se detuvo en ese instante. Yo estaba ahí parado al lado de mi cuerpo con ella sobre él. Ella ya no lloraba, estaba inconsciente. El viento soplaba fuerte y el día se volvió gris.

Pasó largo rato antes de que alguien nos encontrara. Stear fue el primero en llegar. Cuando nos vio en el suelo se bajó de su caballo y empezó a correr.- ¿Anthony, Candy, que pasó? – ya a mi lado, se arrodilló, puso su mano en mi frente y buscó mi respiración. Cerró los ojos y vi sus lágrimas correr por sus mejillas. Tomó la mano de Candy.- Está desmayada - dijo. La levantó en sus brazos y la montó en su caballo, se subió y salió a correr. Yo no podía moverme. Miré a mi lado y ahí estaba mamá. - Te dije que no sería conveniente – me dijo con un tono entre reproche e impotencia, no pude responderle. De pronto me quedé mudo y paralizado.

Después de eso, llegó Archie y con él otros hombres de la familia. Un tío que es médico corrió hasta mi cuerpo y le tomó el pulso. Bajo sus ojos y lloró.

Doctor: - Era muy joven – dijo entre sollozos.

Archie- Esto no puede ser verdad - gritó

¿Que le diremos al Capitán? ¿Por Dios que le diré al Señor Williams???- dijo George con la voz ahogada
.

Poco a poco toda la familia estaba reunida alrededor de mi cuerpo. Todos lloraban. La tía Elroy gritaba y lloraba de rodillas en el prado junto a mí. Una gran tristeza se sentía en el ambiente. Llegó un carruaje y fui levantado de allí y llevado a la funeraria del pueblo.

Aún cuando ya todos se habían ido, yo seguía ahí parado llorando en silencio. El ángel se acercó y me preguntó - ¿Qué quieres hacer ahora? - - Llévame a su lado - le respondí. Casi de inmediato estaba dentro de su habitación. Ahí estaba la tía abuela con algunas otras tías de la familia y el doctor. Ella estaba acostada en su cama. Solo pronunciaba mi nombre.

Doctor- Su estado es delicado - - Debe guardar reposo el mayor tiempo posible -.

Dorothy:- Entonces no podrá ir a los funerales del joven Anthony -.


Doctor: - No. No será para nada conveniente. Su fiebre es demasiado alta. Está atravesando un shock nervioso severo. Tardará en recuperar la conciencia y lo mejor es que descanse-.

Todo era tristeza y silencio en el ambiente. Poco a poco todos fueron saliendo de la habitación quedando solo Dorothy con ella. Deliraba. Me sentía desesperado. Quería tomar y besar sus manos, darle un poco de paz a su alma atormentada. Cerré mis ojos y vino a mi el recuerdo de nuestro primer baile… recordé que ese día solo pensaba en ella, así había sido desde el día que la vi en el Portal y cuando ese día la encontré en la puerta de la mansión mi corazón casi estalla de alegría. Sonreí al recordar la frustración de mis queridos primos al darse cuenta que yo era el elegido de su corazón.

Era de madrugada cuando ella despertó; Dorothy llamó a Stear y Archie quienes llegaron inmediatamente…

Stear y Archie: - Candy – dijeron al unísono.

Candy: –Stear, Archie- hubo un corto silencio -¿Dónde está Anthony?- preguntó levantando un poco la voz. Dorothy empezó a llorar. Stear la miró a los ojos e hizo señal de negación con la cabeza. Candy miró a su alrededor como intentando recordar–Muerto- - dijo casi en un susurro-No, Anthony no puede estar muerto!!! – Nooo – lloró.

Archie: –Es increíble, en la mañana estaba riendo con nosotros y ahora ya no está, se ha ido… ¿Por qué te fuiste Anthony? -.

Yo seguía ahí viendo a las tres personas que más quise en vida llorar mi partida, sin poder hacer nada, sin poder decirles nada… nuevamente lloré amargamente. Candy volvió a perder la conciencia.

-Quiero hablarle una última vez- le dije al ángel. En ese momento recordé que aún no le había preguntado su nombre. –Disculpa mi descortesía. ¿Cómo te llamas?-

Angel: - Me llamo Rafael – Me respondió sonriendo.

- ¿Puedo hablarle una última vez? – le pregunté.

Angel :– No puedes tardar mucho –

- ¿Desde cuando importa el tiempo en el cielo? – Pregunté con sarcasmo

Angel: - Desde que por alguna razón tú estás recibiendo algunos privilegios que le son otorgados a pocos. Tu corazón es bueno y tu amor es puro. Te aseguro Anthony que la mayoría de los escogidos no tienen tantos privilegios como tú – Me respondió con su melodiosa y hermosa voz, y con una dulce sonrisa en su perfectísimo rostro. Se acercó a mí y sin darme cuenta estaba entre sus sueños.


Ella gritaba mi nombre con todas las fuerzas que le daba la vida y corría desesperada por un bosque sin fin, a su paso, miles de rosas se deshojaban y los pétalos eran llevados por el viento. En un instante yo estaba parado tras ella llamándola – Candy – ella se volteó y corrió a mis brazos. Esa angustia que había sentido hasta ese momento desapareció al sentirla ahogar sus lagrimas en mi pecho. Le tomé el rostro con las dos manos y le dije– No llores por favor pecosa, recuerda que eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras –.

- Tuve un sueño horrible. Tú caías del caballo y morías –

- No fue un sueño Candy. Pero no te aflijas. Estaré bien. Siempre, escúchame bien; siempre estaré a tu lado –

- No me dejes Anthony, por que me dejas si te amo tanto –

- Te dejo físicamente, pero a pesar de que ya no estoy nunca dejaré de amarte – Candy lloraba – No me olvides Candy por favor, mientras me recuerdes estaré vivo junto a ti –

- Jamás te olvidaré –

- Ahora tengo que irme, nunca dudes que estaré siempre contigo –

- Por favor Anthony no te vayas – me dijo entre su llanto.


Le di un beso en sus hermosos labios y entonces todo era blanco de nuevo.


Al atardecer del día siguiente fueron mis exequias. Candy despertó al escuchar el redoble de las campanas anunciando mi partida. Mi desolación iba en aumento. Candy intentó levantarse para ir al cementerio y casi cae desmayada nuevamente, corrí a su lado para sostenerla y mis lágrimas caían sin control al ver que la tocaba pero ella no me sentía. Entró el Doctor quien la llevó junto con Dorothy a la cama nuevamente. Mamá seguía a mi lado dándome todo su apoyo. La miré y le pregunté -¿Cuándo te fuiste te sentiste tan desolada como yo me siento ahora? –

Rosmary: -Si hijo mío. También lloré mucho al ver tus inocentes lágrimas de dolor al igual que al ver el dolor de tu Tío William. Ambos eran tan pequeños y me sentía tan miserable de tener que dejarlos.- Me abracé a ella para intentar encontrar sosiego a mi dolor.

Fue así que los días pasaron y ya todos, incluyéndome, empezamos a encontrar algo de tranquilidad y entramos en la etapa de resignación y aceptación. Con los días mi madre me enseñó a transportarme junto a Candy y a otros lugares sin necesidad de recurrir a Rafael, que por cierto tiene mucho trabajo en el cielo. Cuando Candy encontró con Annie la última Dulce Candy de la temporada yo estaba ahí y logré hacerla brillar para que la vieran. Cumplí mi promesa a Candy de ir juntos a la Colina de Ponny. Me sentí feliz de ir a su lado en la carreta, de escucharla hablarme como si estuviera ahí con ella –Ya casi llegamos Anthony- dijo. Sonreí. Corrí con ella por la pradera y la escuché enseñarme el lugar. Cuando llegamos a la Colina me dijo, aquí vi al Príncipe y se puso de rodillas para plantar la rosa que llevaba en sus manos. Cuando se levantó me paré frente a ella y a pesar de que no me escuchaba ni me veía le dije lo que había postergado sin saberlo, para siempre:

- Candy Te Amo y te amaré eternamente. Quiero pedirte que aceptes ser mi esposa cuando sea el momento indicado. Te juro que esperaré el tiempo necesario, te juro que lucharé y defenderé este amor con mi vida si es preciso por que quiero estar para siempre junto a ti.-Nuevamente sentí ese enorme hueco en mi pecho, a pesar de que estaba gritando a viva voz mi amor a Candy ya solo el cielo podía escucharme… las lágrimas empezaron a salir de mis ojos sin control y ahora estaba de rodillas frente a ella.

Levanté mi mirada para encontrar la suya y vi que sus ojos estaban llenos de lágrimas mirándome, me estremecí al pensar que ella sabía que yo estaba allí con ella. No dijo nada. Empezó a correr colina abajo y muchos niños salieron de la casa a recibirla. Todos estaban felices. Yo me quedé observándola desde la Colina y a mí llegó su pensamiento diciéndome : – Anthony, volví al hogar de Ponny como tu volviste junto a tú mamá -…

Ya han pasado 8 años de mi muerte y he velado sus sueños todas las noches. A pesar de que ahora ama a otro hombre mi recuerdo tiene un lugar muy especial en su corazón.

- Ella se casará mañana – le dije a mamá.

– No estés triste hijo –

- No lo estoy. Al contrario estoy feliz de que ella al fin haya logrado reponerse de todo su dolor y ahora tendrá la felicidad que nos fue negada -.

Entonces apareció Rafael y me dijo – El Gran Señor quiere darle un regalo a Candy. ¿Quieres acompañarme a dárselo?- Sentí angustia en mi corazón. El lo notó y me dijo –No te preocupes Anthony, a ella aún le falta mucho para que le llegue su hora. Te prometo que serás el primero en saberlo cuando la vaya a buscar –.

¿Entonces?- Le pregunté.

- El Gran Señor quiere que la visites esta noche – casi no había terminado de escuchar sus palabras cuando ya estaba en medio de sus sueños otra vez… pero esta vez ella no corría ni lloraba, y yo tampoco sentía angustia ni dolor. Ella estaba hermosa con un vestido verde parada frente a un gran jardín de Dulce Candy todas en flor sintiendo su aroma, y yo estaba parado tras ella, me acerqué y la rodee con mis brazos por la cintura.

– Candy – le dije al oído. Sentí como se estremeció y sus lágrimas empezaron a caer en mis manos, era todo tan real; - No llores por favor Pecosa - ella se volteó y me abrazó.

– Gracias Candy –

- ¿Y por qué me agradeces? –

- Gracias por no olvidarme –

- Te dije que no lo haría –

- Serás muy feliz junto a Albert –

- No tan feliz como lo hubiese sido contigo –



- Si lo serás yo estaré ahí para asegurarme de ello- . Era un momento mágico. Sentí su calor recorrer ¿mi cuerpo?, no lo podía creer. Me separé de ella y la tomé por sus hombros. La miré fijamente a los ojos, esas esmeraldas que me enloquecieron en vida y que me mantenían loco en la eternidad, ella lloraba, entonces le dije nuevamente – No llores por favor pecosa –

- No puedo evitarlo, te he extrañado tanto –

- Lo sé, yo también te extraño, pero no he venido para que estés triste, sino a decirte que saber que serás feliz le da paz a mi alma, también me hace feliz –

- Oh Anthony! - y me volvió a abrazar

- Cuidaré siempre de ti mi adorada Candy, ya te lo había dicho una vez, te lo repito ahora. Recuerda que siempre estoy a tu lado, en la brisa que roza tu rostro, en cada capullo de rosa que abre en primavera, en cada noche que da muerte al día, estoy ahí para cuidarte-

- ¿Volveré a verte? –
- Sí Candy, en la eternidad, ahí estaré esperándote-
Nuevamente me abrazó con fuerza, y le correspondí, sentí el delicioso olor a rosas de su cabello y su corazón latir con fuerza.

– Te Amo – dije en un tono que solo ella pudiera escucharme y todo volvió a ser blanco.

Muchas aventuras vivió Candy desde entonces. Después de su boda todas las semanas hasta hoy, religiosamente iba al Mausoleo Andley a llevar a mi tumba una Dulce Candy las cuales yo vigilaba y me aseguraba que se mantuvieran en flor para ella. Vi nacer a sus hijos y a sus nietos, la vi llorar la muerte de mi afortunado Tío William, su amado Albert; la vi envejecer.

50 años después en los cuales no me separé ni un minuto de su lado y cuidé sus sueños todas las noches, Rafael apareció ante mí y me dijo – Ha llegado su hora -.


Ella estaba sentada en el jardín contemplando las Dulce Candy siempre en flor, cerró sus ojos, suspiró y pronunció mi nombre. Cuando abrió sus ojos todo era blanco. Su alma no había envejecido. Es mucho más hermosa que cuando la vi por última vez antes de morir.

Ella se sentó en lo que quizá creyó era una cama y me miró a los ojos. – Anthony – dijo. El tiempo se detuvo. Se levantó y corrió a mis brazos.

– Al fin llegaste, ¿por qué tardaste tanto? -.


FIN


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